Un cúmulo de datos falsos, tergiversados o exagerados, mal signo para comenzar un mandato presidencial

Por Sebastian Lacunza

La narrativa de Mauricio Macri es que uno de los pocos errores de su mandato presidencial fue que no le contó «la verdad a los argentinos» sobre la situación heredada en diciembre de 2015, con el supuesto fin de no amargar a la población. Una lectura de los discurso del expresidente el día de su asunción o el de apertura de sesiones del Congreso en marzo de 2016, el compendio «El estado del Estado» o la constatación del contenido de los poderosos medios que acompañaron a Cambiemos desmiente la afirmación. Por el contrario, el macrismo se dio vía libre para dar una versión a su antojo sobre el balance de los gobiernos kirchneristas.

Macri le aconsejó a Milei que no ahorrara datos sobre la realidad recibida. Era un secreto a voces que el nuevo presidente le haría caso para describir «la peor herencia de la historia».

Los problemas de Argentina son múltiples: sociales, económicos, de funcionamiento del Estado, educativos. No es objeto de esta nota abordarlos, sino repasar el cúmulo de datos falsos, exagerados o tergiversados expresados por Milei en su discurso de asunción.

«Hoy comienza una nueva era en Argentina», aseveró Milei. «Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros».

«El kirchnerismo, que en sus inicios se captaba de tener superávit gemelos, esto es, superávit fiscal y externo, hoy nos deja déficit gemelos por 17% del PBI. A su vez, de esos 17 puntos del PBI, 15 corresponden al déficit consolidado entre el Tesoro y el Banco Central. Por lo tanto, no existe solución viable en la que se evite atacar al déficit fiscal. Al mismo tiempo, de esos 15 puntos de déficit fiscal, 5 corresponden al Tesoro Nacional y 10 al Banco Central, por lo que la solución implica, por un lado, un ajuste fiscal en el sector público nacional de cinco puntos del PBI, que a diferencia del pasado, caerá casi totalmente sobre el Estado y no sobre el sector privado».

El déficit fiscal primario estipulado en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para 2023 era 1,9%. Los desbalances instrumentados por Sergio Massa este año, al calor de su campaña presidencial, disparan el porcentaje a entre 3% o 4%, según estimaciones privadas de diverso origen. Alguno suma otros renglones y agrega algún punto más. Para escalar al 15% denunciado, Milei mezcla linealmente el gasto estatal con la posición de Leliqs y los pasivos del Banco Central. Esas letras de respaldo a los depositos bancarios son un problema grave para algunos economistas, o secundario para otros, incluso más allá de abordajes ideológicos. Lo que está claro es que ninguna estimación seria permite sumarlos en un discurso de apertura de un gobierno con el fin subalterno de justificar ajustes draconianos por venir.

El Presidente puso en al batidora antecedentes del Rodrigazo de 1975, el pico de inflación actual y los pasivos remunerados del Banco Central para llegar a una novedosa categoría, la «inflación plantada».

«Esta es la herencia que nos deja, una inflación plantada del 15.000% anual, la cual vamos a luchar contra uñas y dientes para erradicarla».

La altísima inflación argentina de 2023 será del orden de 150%. No tiene sentido analizar el porcentaje que imaginó Milei, ni mucho menos considerar que eso es una «herencia». Acaso crea que es una forma de convencer a su base electoral de que la disparada inflacionaria producto de la inminente devaluación y suba de tarifas no será tan difícil de sobrellevar. La devaluación y la corrección de precios relativos estaban en la agenda de 2023 cualquiera fuera el ganador de las elecciones presidenciales, pero es responsabilidad de Milei elegir el camino de llevarlos a cabo. Como intento de crear un fantasma para amortiguar los efectos de sus decisiones, suena burdo.

Alguien le acercó a Milei una cuenta de almacenero de la deuda de US$ 30.000 millones por pago de importaciones, utilidades pendientes por US$ 10.000 millones, la Leliqs del Banco Central, el juicio de Burford por la estatización de YPF y los bonos del Tesoro en pesos y llegó a otra cifra de impacto: US$ 100.000 millones a ser pagados en 2024.

Si decide saldar todas esas cuentas, será su voluntad. Algunas son deudas reales, amenazantes para la estabilidad del país. En algún caso, son refinanciables. También hay obligaciones habituales del Estado y otras forman parte de decisiones políticas. Una vez más, una mezcolanza que malversa la situación real del país.

Milei habló de empleo. Dijo que los puestos en el sector privado se mantienen estancados en 6 millones. Falso. El gobierno de Alberto Fernández tiene muchas cifras negativas para exhibir en cuato al salario, sobre todo de los trabajadores en negro, inflación y pobreza. En empleo, se registran alzas en los segmentos de asalariados inscriptos, registrado e informal. Entre diciembre de 2019 e igual mes de 2023, los puestos de asalariados formales crecieron en más de 300.000, cifra no desdeñable desde el derrumbe de Macri, quien felicitó a Milei.

El nuevo presidente aludió a la inseguridad, tema omnipresente en los medios y factor primordial de preocupación de muchos argentinos.

«Nuestros desafíos no terminan solamente en el plano económico. El nivel de deterioro de nuestro país es tal que abarca todas las esferas de la vida en comunidad. En materia de seguridad, Argentina se ha convertido en un baño de sangre», dijo Milei.

Aunque el robo es una realidad acuciante en barrios de las grandes ciudades, la alusión de Milei lució una vez más exagerada a la luz de los datos reales. La Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Delito reportó datos de 2022 que indican que en Argentina ocurrieron 4,3 homicidios cada 100.000 habitantes, una cifra muy inferior a la mayoría de los países de América Latina. Por ejemplo, el ratio llega a 21,3 en Brasil, 6,7 en Chile y 11,2 en Uruguay.

«Los delincuentes caminan libres, mientras los argentinos de bien se encierran tras las rejas. El narcotráfico se apoderó lentamente de nuestras calles, a punto tal que una de las ciudades más importantes de nuestro país ha sido secuestrada por los narcos y la violencia», en alusión a Rosario, urbe que multiplica varias veces el promedio de asesinatos nacional.

Milei reservó unas líneas a la educación.

“Para que tengan en cuenta el deterioro que vivimos, sólo el 16% de los chicos se reciben en tiempo y forma en la escuela, sólo 16 de cada 100, el 84% no termina la escuela en tiempo y forma»

La misma nota de la que Milei probablemente leyó el título pero no el contenido desmenuza la estadística elaborada por la organización Observatorio de Argentinos por la Educación.

Quienes terminan la escuela secundaria en once años, el tiempo estipulado en el calendario, son 52% de los alumnos, en un país con una tasa de escolaridad primaria entre las más altas del mundo. Del resto, la mitad (cerca de 25% del total) completa el secundario más tarde, según el cómputo de 2020.

Para reducir el 52% al 16% la porción de quienes «terminan la escuela en tiempo y forma», tal como Milei se permitió decir frente a sus votantes, las cámaras legislativas y mandatarios extranjeros, mezcla un análisis sobre los conocimientos mínimos de comprensión de textos y matemática que esa ONG consideró mensurables, entre muchas metodologías que arrojan otros resultados.

Es decir, el economista combinó un dato duro y mensurable, como la matrícula escolar, con una evaluación de conocimiento incorporado que podrá o no ser respetable, pero se refiere a otra cosa.

Peras, manzanas y el valor de la palabra pública.

Falso: Javier Milei, en el debate por el balotaje 2023: “La Argentina inició el siglo XX siendo el país más rico del mundo. Hoy, al tipo de cambio paralelo, somos 130”

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