El mismo día en que los ultracatólicos infiltrados en las algaradas violentas de la sede del PSOE, después de rezar el Rosario, acusaban a Felipe VI –reconocido por la Santa Sede en su condición de rey de España y Jerusalén, como el ‘rey católico’ por antonomasia–, y al mismísimo Papa Francisco de ser masón, el Vaticano declaraba, tajante, que no se puede ser católico y masón. «La pertenencia activa de un fiel a la masonería está prohibida», aclara en un comunicado la Congregación para la Doctrina de la Fe, contestando a algunas dudas planteadas al Vaticano por los obispos filipinos.
La respuesta, firmada por el nuevo prefecto, el argentino Víctor Manuel ‘Tucho’ Fernández (uno de los puntales de Francisco en la Curia vaticana), y rubricada por el mismo pontífice, va mucho más allá de la aclaración de una posición que, por otro lado, hacía tiempo que no se planteaba con seriedad.
Según confirmaron a elDiario.es fuentes vaticanas directas, la respuesta que la Congregación para la Doctrina de la Fe acaba de dar a la petición de Julito Cortés, obispo de Dumanguete, en Filipinas, preocupado por el «continuo aumento de fieles de la masonería», busca también poner el foco en determinados grupúsculos (vinculados a la derecha trumpista y sus terminales mediático-eclesiásticas), que desde hace tiempo vienen deslizando la idea de la cercanía del Papa a la masonería. Resulta cuando menos curioso, apuntan dichas fuentes, que estas acusaciones provengan de sectores vinculados a sociedades secretas, como el caso del Yunque en España.