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En su mensaje a los feligreses católicos en el día de la Patrona de la ciudad de Corrientes, el Arzobispo pidió a la clase dirigente «ejercer el poder como servicio y a brindarse por entero a la construcción de una patria para todos».
«Recrear hoy el mandato del amor, que nos deja el mensaje de la advocación de Nuestra Señora de la Merced, es estar dispuesto a respetar la propia dignidad y la de los otros», exhortó el arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, al presidir las celebraciones por el Día de la Virgen de la Merced. El sacerdote encabezó la solemne procesión seguida de la misa principal celebrada en el atrio de la parroquia que tiene la advocación de la Santa Patrona de la Ciudad de Corrientes.
En su homilía, el titular de la Iglesia Católica correntina también pidió «estar resuelto a escuchar con paciencia, mucha paciencia, a todos; ser tolerante y firme a la vez con aquellos que entienden la convivencia social como una resultante necesaria de conflictos y no de acuerdos; y tener la convicción sólida de que todos tenemos algo que aportar para que nuestro caminar juntos sea más humano, fraterno y solidario».
También, agregó que «mientras contemplamos a la Madre de Dios y Señora de La Merced, nos sentimos profundamente agradecidos porque con sus brazos extendidos y sus manos abiertas, nos entrega la «merced» como mandato de convertirnos diariamente en obsequio para nuestros hermanos, en nuestra vida cotidiana, en nuestro trabajo y en los servicios que prestamos en las diversas áreas de nuestra convivencia ciudadana, suplicando que nos abra más el corazón y nos enseñe a tratarnos unos a otros con el amor y la paciencia, que distingue a todo aquel que se considere una persona de bien, justa, fraterna y solidaria con todos».
En otro tramo de su alocución, Stanovnik expresó: «A la irracionalidad de la violencia, se propone la irracionalidad del amor. Esta, la «merced» que la Virgen ofrece con sus brazos extendidos y sus manos abiertas. Abramos nuestros corazones y recibamos agradecidos esa «merced», porque en ella está todo el potencial que necesitamos para reconstruir nuestros vínculos en la familia, promover la amistad social y un sentido más profundo de fraternidad entre todos. Porque no hay convivencia humana que pueda perdurar, sino está fundada en el amor oblativo, en la entrega desinteresada, en el riesgo de comprometer la propia vida en favor de otros».
Al recordar que hace doce años se le restituía el bastón de mando a la imagen de la Virgen para declararla «conductora de un pueblo que busca su libertad y reconocerla como maestra que nos enseña a conciliar el amor a Dios y a la Patria, a ejercer el poder como servicio, y a brindarse por entero a la construcción de una patria para todos».
Añadió que «la lógica de ese bastón no es la guerra, sino la paz; no es la conquista, sino la fraternidad, que se construye en el espíritu de la ‘merced’, de darse gratuitamente, de ofrecerse en sacrificio para que el otro viva» y que la ‘merced’ se convierte así en mandato. En un mandato de amor ante aquella que nos brinda con sus manos abiertas el amor de su hijo, entregado hasta el extremo en la cruz».
Además, expresó que «el mejor regalo que puede dejar una madre a sus hijos es esa ‘merced’ que los inspire y fortalezca para que caminen juntos, para que se sientan dichosos de ser un pueblo de hijos y de hermanos. Nuestros antepasados reiteraron su fidelidad a ese mandato, porque sabían que la vida es una ‘merced’ de Dios y no una propiedad de la cual disponer arbitrariamente».
Por último, indicó que olvidar eso «es desconocerse a sí mismo y negarse a cualquier intercambio con el otro, salvo con aquellos que perdieron la memoria. No se evoluciona sin una memoria íntegra y luminosa, nos recuerda el papa Francisco». De esa forma, el pueblo correntino mostró su devoción mariana en el día de su Santa Patrona, como es habitual esa expresión de fe se celebró de forma multitudinaria por las calles de la capital de la provincia.
