Como si se tratara de un juego de azar en el que se puede ganar o perder, la empresa acindar deja sin servicio médico la acería por encontrarse en receso.
En medio del recorte brutal que está llevando adelante la multinacional del acero ArcelorMittal, ahora la motosierra le tocó al servicio médico que se encuentra en la acería, que atiende al personal de este sector y las plantas aledañas. La realidad es que, si bien la acería está parada, hay otros sectores que están operando. Es el ejemplo de Reducción Directa, el puerto de minerales, fluidos, SEPI, etc.
Con un escueto comunicado pegado en la puerta del consultorio, se menciona una restricción en el horario de atención que pasa de una guardia de 24 horas a solo 8 horas, de 8 a 16, y que ante urgencias hay que acudir al servicio médico ubicado en la portería de la empresa. Esto lo plantean como momentáneo, hasta el 5 de enero donde retoman la producción, pero dejan a muchos trabajadores sin contención. Cabe mencionar que desde el sector de acería hasta la portería, hay que tomar un colectivo interno dada la distancia que los separa.
Esto lo hace a pocos días de haberse producido la muerte de dos trabajadores en la planta de Siderca, en Campana, propiedad del Grupo Techint.
En el año se cuenta con un trágico saldo de muertos en estas industrias. Que el ahorro lo hagan sobre los servicios de emergencia no hace otra cosa que demostrar que las vidas obreras no les interesa en lo más mínimo. Lejos del marketing y la propaganda que realizan hacia la comunidad, la vida del trabajador importa menos que el sueldo de enfermero o médico de guardia.
Esta prepotencia e impunidad con la cual se manejan es lo que marcó todo el 2024 y quieren que sea la norma del año entrante.
Contra todas estas patronales despiadadas hay que organizarse, recuperar los derechos perdidos y lograr trabajar en óptimas condiciones, con salarios dignos y equivalentes al trabajo que se realiza.
No se puede naturalizar dejar la vida en las empresas para que ellos se ahorran unas monedas.
Quieren arrebatarle la dignidad al trabajador, convertirlo en un sumiso engranaje de sus máquinas.
Con la convicción de que se puede derrotar a estas empresas, envalentonadas por el gobierno, hay que organizarse y luchar.