Se trata de Miguel García quien regresó de la guerra de Malvinas como prisionero luego de la rendición argentina junto a más de 4.000 soldados en el buque hospital Canberra.
Este transatlántico blanco fue construido en 1960 para transportar turistas alrededor del mundo. En abril de 1982, en apenas dos días, se transformó en un barco de apoyo para transportar soldados ingleses a las islas.
“Dormíamos acostados sobre colchones, en una especie de pista de baile, con alfombras con las marcas que dejan los sillones, aunque yo estaba internado en la parte superior del barco, también había un piano atado en un costado y unas tarjetas de propaganda del barco, recordó García.
Miguel García fue uno de los 4000 soldados . Era parte del Regimiento de Infantería 12 de Mercedes, de Corrientes que combatió en Darwin.
El día 16 de mayo de 1982 nos enviaron junto a una fracción del la compañía 25 y el grupo A de la compañía comando, el traslado lo hicimos en helicóptero hasta la zona del Estrecho San Carlos, pero no pudimos llegar al objetivo porque había alerta de aviones ingleses en el lugar, razón por la cual tuvimos que descender unos 5 o 6 km antes y caminar hasta el objetivo detalla García.
Una vez que llegamos al objetivo, el establecimiento San Carlos en el km 234, nos establecimos y armamos una guardia a unos 8 km de allí.
El día 21 nosotros teníamos que hacer una rotación de guardia, es decir volver al establecimiento, pero durante la madrugada de ese mismo día fuimos atacados con un intenso cañoneo de la infantería inglesa a la que la teníamos entre nosotros relata Miguel, prácticamente en una lucha cuerpo a cuerpo, no nos dejaban movernos, en el menor movimiento nos batían con ráfagas de metralla detalla, nosotros respondimos con el armamento que teníamos y se armó el tiroteo puntualiza.
Nos tiraban de todos lados y cuando hicimos un cambio de posición para cubrirnos hacia el cerro, siento como un hachazo en la pierna, efectivamente me entró un proyectil en el fémur provocándome una fractura expuesta comenta, luego me hago un rodillo para salir de la zona porque les tenía a los ingleses enfrente, a no más de 20 metros, demasiado no me fusiló dice; en eso viene un compañero que intenta ayudarme, pero primeramente habrá descargado un cargador tirándoles al enemigo, luego dejó su casco para mirar mi herida y allí los balazos de los ingleses hicieron salpicar al mismo (casco) desparramándole, nosotros no podíamos ver nada porque era alrededor de las 4 de la mañana, pero ellos veían todos nuestros movimientos con sus miras infrarrojas, pero a pesar de todo, mi compañero me arrastró unos 50 metros para cubrirme bajo la continua balacera del bando contrario, yo dije de esta no salgo, estaba listo para morir, añadió
Cuando iba clareando, después del intenso combate, empezó a atacar nuestra fuerza aérea a los ingleses, quienes replegaban el ataque a los balazos limpios, no se como hicieron los pilotos, pero nuestros aviones salieron ilesos comenta García.
Luego de toda esta odisea, finalmente Miguel y otros compañeros fueron tomados prisioneros de guerra, luego de haberse rendidos, gracias a esta actitud (rendirse) pararon dice, porque sino hubiesen seguido puntualiza.
Fue así que un soldado inglés viene hacía mi y me dice, The war finished (la guerra terminó) y saca unos chocolates y cigarrillos para convidarme, pero lo que yo me vengo a enterar 41 años después es que ese momento quedó grabado en una foto, que es la que encabeza esta nota, en la imagen a mi ya me entablillaron, me vendaron y esperábamos el helicóptero hasta por lo menos las 17 hs que finalmente me llevó hasta el Canberra.
Lo más curioso de esto es que el inglés que aparece en la foto está buscando mi contacto y quiere conocer al soldado argentino que combatió con el en San Carlos, así lo manifestó a mi traductor señala García. Esto sucedió hace tres semanas nomás y la foto me manda un escritor/periodista inglés que cubrió toda la secuencia del desembarco de los ingleses en San Carlos puntualiza.
Luego de haber intercambiado unos correos con el soldado inglés, me envía el libro donde está no solamente la foto sino que también toda mi historia en el Canberra, donde la doctora Susan Guest quien me operó y me manifestó que el proyectil iba quedar por el resto de mi vida en mi cuerpo.
Mis fotos aparecieron en los diarios ingleses y me empezaron a escribir desde Inglaterra cinco familias cuando estaba en el barco, pero esto no es todo, hace poco, mi interlocutor con los ingleses, un periodista santacruceño me dijo que esta gente quiere llevarme a Londres para conversar y tener una entrevista con ellos relata emocionado.
Yo creo que si hay alguna empresa detrás de esto, que auspicie mi ida a Londres se va dar y las familias inglesas con las que yo me carteo desde la época de la guerra me dicen que me esperan ansiosos allá para conocerme, finaliza.
Gabriel Molina
Emotiva vigilia de Veteranos de Malvinas chavarrieños en homenaje a los caídos
Barco Hospital Canberra
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