EXCLUSIVO: Envalentonada por el protagonismo que adquirió con la definición de la votación de la Ley Bases, Villarruel arma su propia Cámpora y ya piensa en la presidencia

Tras el golpe de la ley Bases, la vicepresidenta le da impulso a una agrupación de chicos leales bajo el nombre Derecha Argentina. Quién es El Cocinero que maneja el grupo.

 La vicepresidenta Victoria Villarruel está armando su propia fuerza política juvenil, con contratos y designaciones en direcciones dentro del Senado, y en los pasillos del Congreso ya se alude a ese grupo de nóveles asesores como «La Cámpora de Villarruel».

Fuentes parlamentarias dijeron a LPO que se trata de un puñado de «pibes y pibas que empezaron a trabajar para ‘Presidencia'», en referencia a la función que cumple en el cuerpo la titular de la Cámara Alta.

La iniciativa coincide con el comienzo de una nueva etapa para la Vicepresidenta, tras el desempate para salvar la Ley Bases, y el reconocimiento de su propia voluntad para construir poder dentro de un gobierno regado de internismo y regido por la mirada de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.

Villarruel volvió a demostrar en un momento de fragilidad para la Casa Rosada que tiene capacidad para conducir el debate parlamentario y eso habilitó lecturas favorables sobre su acumulación política dentro de La Libertad Avanza. «Esto de tenerla un escalón debajo de la hermana hoy ya no existe», dijeron.

Desde su entorno no precisaron cuáles serían las tareas que desempeñan los entusiastas consejeros, aunque en la sesión de este miércoles se los pudo ver en los palcos que habitualmente ocupa la prensa acreditada. Su presencia sorprendió, sobre todo, por el mal trato que dedicaron a algunos periodistas que no podían disponer del espacio para la cobertura y a los cuales acusaban de «vivir de la pauta».

Los villarruelines en el palco

Por sus «modos», sus adversarios los acusan de tener «menos territorio que el Vaticano» pero gozan de la protección de la vice. Su jefe es Juan Martín Donato, «El Cocinero», quien fue designado como director de Atención Ciudadana en el Senado y se autopercibe «operador político». Entró de la mano de Guillermo Montenegro, ex mano derecha de Villarruel. Fue el único sobreviviente de la era montenegrina: ya echaron a la de Ceremonial, al de Automotores, y a los de legales.

«Es un inexperto que se considera operador y mueve los hilos de esta nueva Cámpora», señala uno de sus detractores. «El Cocinero maneja niños de derecha que se quieren mimetizar frenéticamente con la casta», dijeron sus incipientes enemigos.

Villarruel arma su propia Cámpora y ya piensa en la presidencia

Los jóvenes formaron una agrupación bajo el nombre Derecha Argentina y publican fotos de sus actividades políticas en Instagram, con el usuario @derecharg. Las últimas stories divulgadas en su cuenta son breves piezas audiovisuales de la intervención de Villarruel contra el peronismo cuando mocionaba un cuarto intermedio para salir a la calle a frenar la represión y el discurso final, cuando desempató la votación en general de la deshidratada versión de la ley ómnibus.

Por su parte, Donato tiene fotos con Villarruel dentro del Congreso. Su último posteo en Instagram se publicó después de la aprobación del expediente insignia de Javier Milei y es una imagen de ambos caminado por un pasillo, con un mensaje hacia la interna libertaria: «Aunque no la entiendan, ella demuestra. Fue Victoria». Es una confirmación del juego propio que busca Villarruel.

Villarruel arma su propia Cámpora y ya piensa en la presidencia

La preocupación crece entre los empleados legislativos porque la incorporación del escuadrón juvenil a la planta de asesores coincidió con la implementación de un nuevo sistema para el registro de asistencias del personal. «Hay compañeros preocupados porque los hacen ir a oficinas que manejan ellos para registrarse con un sistema que nadie conoce y tienen tratos más bien del sector privado», sostuvo un trabajador ante LPO.

Según el testimonio de delegados gremiales, hay oficinas donde se empezó a advertir «la prepotencia» y «las malas formas» de los recién llegados pero la voluntad de los sindicatos no es «chocar con ellos». Saben que una confrontación directa los expondría a la descalificación automática bajo el apelativo de «casta» o, peor aún, resistirse al control de ausentismo.

Como sea, Derecha Argentina ya habría iniciado su camino para incorporar sus «cuadros» a la gestión. Con un raviol para ellos en la Dirección de Donato, ya accedieron a una instancia enriquecedora para la formación política, aunque los libertarios renieguen del Estado y la casta.

LPO

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