En la ceremonia de entronización de este domingo, el papa León XIV dio inicio a su pontificado ante la presencia de más de 150.000 personas en la plaza San Pedro.
Por las elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires, el presidente Javier Milei decidió no viajar a Roma. Por ese motivo, en representación de Argentina estuvieron presentes el canciller Gerardo Werthein y la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello.
Sumado a ello, el presidente de Italia, Sergio Mattarella, y la primera ministra, Giorgia Meloni, siguieron de cerca la misa, al igual que los reyes de España y Gran Bretaña (Felipe VI y Carlos III).
León XIV pidió por el fin de la guerra en Gaza y Ucrania: «Nunca más»
Otra de las presencias importantes en el Vaticano fue la de la presidenta de Perú, Dina Boluarte Zegarra, y del vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, enviado por Donald Trump en su representación -no asistió a Roma-.
Luego de su recorrido en el papamóvil y del saludo ante los fieles, León XIV expresó sus primeras palabras como líder de la Iglesia católica: «Hemos vivido momentos intensos, la muerte del papa Francisco ha llenado de tristeza nuestros corazones y en esas horas difíciles nos hemos sentido como esas multitudes que el evangelio describe como ovejas que no tienen pastor».
Asimismo, el sumo pontífice volvió a alzar la voz y pidió por la paz en todo el mundo. «En nuestros tiempos vemos demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, marcada por el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Queremos ser una pequeña levadura de humildad, unión y fraternidad», señaló.
Y remarcó: «Pedro debe apacentar el rebaño sin ceder nunca a la tentación de ser un líder solitario o un jefe que está por encima de los demás, haciéndose dueño de las personas que le han sido confiadas. Por el contrario, a él se le pide servir a la fe de sus hermanos, caminando junto con ellos».
En otro tramo de su discurso, también pidió por una Iglesia que «no se encierre en sí misma», sino que abrace «a todos como una única familia», según el deseo de Dios.
«Fui elegido sin ningún mérito y, con temor y temblor, vengo a ustedes como un hermano que desea hacerse siervo de la fe y de la alegría, recorriendo con ustedes el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una sola familia», sostuvo.
Al final, el papa recordó a las víctimas de Gaza y dijo que Ucrania espera por una paz justa y verdadera. «En Gaza, los niños, las familias y los ancianos son llevados al hambre», dijo durante el rezo del Regina Coeli.