Alejandro Catterberg explicó que la normalización de la gestión de Milei implica adaptarse a las limitaciones económicas e institucionales que se le presentan y destacó que, a pesar del ajuste, la imagen del Presidente cayó sólo un 4%. «Lo que hay en el gobierno de Milei es una llegada al poder con un discurso muy idílico que choca con la realidad concreta», indicó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).
Alejandro Catterberg es encuestador, consultor, analista político y presidente de la Consultora Poliarquía. Fue director ejecutivo de Catterberg & Asociados, dirigió más de 400 proyectos de investigación en temas políticos, sociales y de mercado. En una entrevista reciente, sostuvo que “la gestión se normaliza y va perdiendo lo idílico que Milei venía a proponer”.
¿Cómo sería esa normalización de Milei?
El concepto está claro y no es exclusivo del Gobierno de Milei. Lo que hay en el gobierno de Milei es una llegada al poder con un discurso muy idílico que choca con la realidad concreta. Entonces, lo que vamos viendo es un proceso en donde el Gobierno se va pareciendo cada vez más a muchos gobiernos, obviamente con su tesitura y su línea ideológica y políticas, pero ya no son medidas donde el ajuste lo iba a pagar una pequeña fracción del poder, que era la casta, que después se amplió al Estado y que después se terminó ampliando al conjunto de la sociedad.
Es un Gobierno que abandonó principios nucleares que tenía en su campaña, como la dolarización, por una política económica más pragmática o más dentro de los márgenes de la realidad. Ya no es un Gobierno que deja todo librado al mercado, sino que interviene y pone precios máximos a la medicina. Es un Gobierno que ahora hace cadenas nacionales para anunciar básicamente poco. Es un Gobierno que reconoce la representatividad política de la oposición y se sienta a negociar, y negocia un paquete de acuerdos que está a punto de aprobarse.
Entonces, lo que quise transmitir con esa idea es que de a poco vamos viendo una administración que se va normalizando, que va entrando en las limitaciones que la realidad impone, pero que lo hace relativamente bien, con logros.
La idea extrema de que Milei viene y se lleva puesto todo con su estilo y que es capaz de dar vuelta toda, o gran parte, de la legislación argentina en 48 horas; o la otra idea extrema de que Milei llega y no puede hacer pie y se va en helicóptero en un par de meses, bueno, ambas posiciones extremas claramente han perdido momentum y va quedando claro que será algo en el medio. Un Gobierno que logra tener algunos éxitos, un Gobierno que se acomoda a la realidad, que entiende las restricciones que hay
Milei es un experto en las restricciones presupuestarias. Bueno, también hay restricciones políticas, y restricciones sociales. Postergar ajustes de presión relativos, etcétera. Bueno, cosas que van pasando que se me parece que esa era la idea del comentario y la transmitiré.
La normalización es una palabra que me resuena mucho. Primero, aquello de “fuera de la Campana de Gauss”, que muchas veces el psicoanálisis trata de normalizar a los pacientes. Por otro lado, la domesticación. “La cama de Procusto”, que todos debían dormir en un lecho que, más o menos, tuviera cierta medida. ¿Quién domestica? ¿Quién normaliza? ¿La realidad? ¿La oposición? ¿Los propios votantes? ¿Los resultados?
No, a ver, la realidad incluye todo lo que seguiste después. Me parece que hay límites de diversas índoles que van chocando con la aspiración inicial de imponer la voluntad de la forma que quisiera a la nueva administración, y esos límites tienen varias direcciones.
El primero es el institucional. Es un gobierno que, lo repetimos todo el tiempo, tiene 7 senadores de 72, y cuando se suman los del PRO, se suman 13 nada más. Tiene 41 diputados, dependiendo, a veces entran, salen, se pelean entre ellos, pero bueno, 40 diputados de 257. Ahí ya tenés un límite a la realidad, y al margen, de maniobra institucional.
Después, hay otros valores sociales que pueden estar cambiando como consecuencia de la crisis acumulada de la última década o década y media. Hay una nueva generación de chicos que crecen con otras formas de comunicarse y con otras ideas, pero hay valores básicos de la sociedad argentina que se mantienen y no se puede luchar mucho contra ellos.
Por ejemplo, la idea de la educación pública en la universidad pública como pilar de igualdad y de progreso. Entonces, cuando se instala eso, de repente tenés en la calle a más de un millón de personas y el Gobierno pierde por primera vez el control de la agenda pública, que es lo que pasó hace dos o tres semanas, cuando veníamos un Gobierno que venía, si querés, invicto. Que tenía la capacidad, todas las semanas, de estar manejando la discusión pública y de repente se perdió el control.
Entonces, me parece que hay valores sociales que ponen límites, hay relaciones de fuerza política que ponen límites y hay cuestiones económicas que ponen límites. O sea, un ajuste fiscal no lo puede solventar el 0,1% del gasto público que es el gasto político. Entonces, finalmente un ajuste lo termina haciendo y pagando gran parte de la sociedad.
¿Quién se normalizó? ¿Milei o el Gobierno de Milei?
Es una buena pregunta. Yo te diría que el líder acepta el camino que le van proponiendo, y en algún momento, cuando ese camino no resulta o no se ajusta a las expectativas que tiene, reacciona hacia alguna dirección. Lo hemos visto en el primer fracaso parlamentario, el del verano, y la respuesta de Milei fue una respuesta dura, radical, redoblando la apuesta y manteniéndose firme a su construcción de su relato, de su discurso, del personaje que desarrolló.
Además, en Milei conviven el discurso y el personaje, si querés, o la figura en Argentina, pero también la que con mucha astucia ha creado a nivel internacional, incluyendo su participación en el discurso de ayer. Entonces, yo creo que ahí hay un limitante también.
O sea, yo adhiero con tu posición sobre la psicología de los factores políticos y creo que muchas veces todos nosotros, los analistas, tratamos de hacer todo un análisis mucho de rational choice, y entender la cuestión racional y las relaciones, y gran parte de lo que termina pasando en la historia tiene que ver con razones psicológicas, familiares, personales, que toman los líderes.
Hablaste del discurso de ayer. Si todos le prestamos atención al discurso de Davos, conjuntamente con el de ayer en Los Ángeles, que fueron muy parecidos. Es como si le hablara al Hemisferio Norte, no a la Argentina.
Primero, coincido. Segundo, ahí hay todo un éxito, porque hay que reconocerle que es un éxito Milei instalarse como una figura central de lo que se discute en el primer mundo entre la nueva derecha y la lucha entre los movimientos woke y anti-woke que está habiendo. Entonces, Milei entra en el centro de la tormenta de lo que ocurre en la discusión del primer mundo occidental y en el debate del primer mundo occidental. Desarrolla básicamente un discurso para ese público que le genera mucho éxito, mucha retribución, por lo menos en los sectores de la nueva derecha internacional, y ayuda a complementar y le da letra a todo ese discurso anti-woke. Incluso ayer, involucrando todas las protestas que hay de los estudiantes en toda gran parte de los colleges americanos con una posición muy pro-Palestina y antisemita.
Ahora, la pregunta es: ¿pueden convivir el discurso, el personaje, esa construcción de afuera con la de adentro? Pareciera que sí. ¿Hay alguna consecuencia de eso? Yo creo que sí hay una consecuencia. Que toda esa construcción del personaje o del rol internacional de Javier Milei en algún momento choca, o debería, o puede chocar, con la construcción de lo que ocurre en Argentina, esto que vos acabas de señalar.
¿Puede convivir el pragmatismo y resignar posiciones que ocurren en la política doméstica con sus posiciones tan claras a nivel internacional? Puede, pero en algún momento, para mí, eso le va quitando margen de maniobra, porque Milei, intuyo, está interesado en sostener una construcción y una pertenencia a un movimiento internacional por mucho tiempo, incluso creo más allá de su presidencia, sea esta un fracaso o un éxito.
La imagen del Presidente
Alejandro Gomel: ¿Cómo ves la relación que él construyó con gran parte de la opinión pública? ¿Sigue intacta o se empieza a resquebrajar? ¿Qué está sucediendo en esa relación que construyó a partir de las redes sociales?
No te puedo dar una respuesta actualizada porque nuestras encuestas mensuales, que hacemos hace 20 años todos los meses, se realizan en los primeros 10 días de cada mes. Entonces, nosotros tenemos los datos del mes pasado, que terminaron siendo previos a la movilización universitaria, pero también previos a los datos de baja inflación y al acuerdo de la Cámara de Diputados. Eestamos terminando la medición de este mes.
Así que, te doy referencia a los datos que teníamos hasta el mes pasado. Mostraban que la popularidad del Presidente seguía siendo muy alta, alrededor del 58%. Seguía estando estable aunque había varios indicadores que empezaban a mostrar caídas. La imagen personal del presidente caía cuatro puntos, el índice de confianza que nosotros realizamos en el Gobierno para la Universidad Di Tella, que hacemos juntos, también mostró una caída de 4%. La pregunta sobre si el Gobierno es capaz de resolver los problemas y necesita tiempo, bajaba por primera vez, desde que asumió, del 60%.
Entonces, se veían algunas caídas, con lo que yo intuyo que marzo puede haber sido el pico de popularidad y en abril empezamos a ver algunas leves caídas. Veremos ahora en mayo si esa tendencia continúa y también si parte de este proceso de normalización de las presidencias, o de Milei, es que, como le pasa a casi todos los presidentes, sus picos de popularidad son al principio de su gestión y después se trata de administrar la caída. Cómo uno va perdiendo apoyo y popularidad a medida que la gestión va mostrando desafíos y complicaciones todos los días.
MVB FM