La justicia de Estados Unidos también investiga a los trolls y pone en la mira al periodista libertario Tucker Carlson

El Departamento de Justicia investiga si Rusia financia al periodista que entrevistó a Milei y Putin, como parte de un red de desinformación de las redes para influir en la elección presidencial.

La regulación de las fake news y el uso de las milicias digitales en las redes sociales para atacar a periodistas y personalidades que cuestionan a la nueva derecha libertaria se convirtió en un debate global. La irrupción de la ultraderecha en el mundo vino acompañada de una estrategia de comunicación digital disruptiva que busca mediante manipulaciones de la realidad, canalizar la frustración acumulada en la sociedad hacia blancos predeterminados.

La combinación de lo «políticamente incorrecto» y la utilización de las redes para atacar a los críticos de la nueva derecha libertaria es lo que une a figuras como Javier Milei, Jair Bolsonaro, Donald Trump y Elon Musk, el hombre más rico del planeta que compró Twitter y se convirtió en un vocero digital de la derecha radical anti-progresista.

Pero esa estrategia, hasta ahora exitosa, parece haber entrado en un periodo de transición ante la ofensiva de los estados que pelean por frenar a las milicias digitales que difunden noticias falsas. Ya no es un elemento de campaña para derrotar a un adversario o desmoralizarlo sino directamente de construcción de un sentido de realidad.

El periodista Zachary Basu escribió un interesante artículo en Axios en donde planea que los medios conservadores se enfrentan a un raro momento de introspección, sacudidos por una serie de escándalos que han atraído un nuevo escrutinio hacia los influencers favoritos de la derecha.

La nota sostiene que en el centro de la tormenta está Tucker Carlson, ex presentador de Fox News, trumpista y defensor de la teoría del Gran Reemplazo que se volvió un referente de todos estos movimientos desde su canal de YouTube, que en la campaña vino a la Argentina para entrevistar a Milei, con el visible apoyo de Musk.

Pero Tucker Carlson ahora enfrenta una crisis de opinión pública por entrevistar en su canal de Youtube -fue despedido de Fox- a Darryl Cooper, un adherente del nazismo que llamó a Winston Churchill «el villano principal» de la Segunda Guerra Mundial.

 Elon Musk promocionó la entrevista de quien Carlson sugirió que era «el mejor y más honesto historiador popular» en los Estados Unidos pero luego se retractó después de que los usuarios de X acusaran a Cooper de ser nazi.

Según Axios, la relevancia de Carlson en los medios de comunicación ha disminuido desde que lo despojaron de su programa en Fox, que era el de mayor audiencia en las noticias por cable. Esto indica que en la supuesta batalla de las redes contra los medios, que agita Milei, el resultado no es tan previsible.

Elon Musk junto al presidente Javier Milei.

Lo nuevo es que el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó una acusación formal que acusa a Rusia de un plan para pagar a personas influyentes de derecha para que difundieran fake news destinadas a contaminar las próximas elecciones. En esa investigación se apuntaría a Carlson, que entrevistó a Vladimir Putin en el Kremlin, algo que muy pocos periodistas pueden lograr, mucho menos siendo estadounidenses.

Entre los nombres que aparecen investigados están los creadores de contenido pro-Trump Tim Pool, Benny Johnson y Dave Rubin que habrían sido «engañados» por una empresa con sede en Tennessee financiada de forma encubierta por Moscú.

La intervención de la Justicia para intentar frenar a las milicias digitales que buscar distorsionar el proceso democrático tiene en Brasil su teatro principal. El gigante sudamericano es uno los países que implementó el manual de desinformación y manipulación política de Steve Bannon que llevó a Trump a la Presdiencia.

Lo hizo durante la campaña de Bolsonaro en 2018 que inundó de noticias falsas a través de redes sociales y Whasapp, luego con el despliegue de comunicadores youtubers bolsonaristas. Este armado se chocó de frente con la Corte suprema de Justicia brasileña luego del intento de golpe contra Lula de 2023, cuando el bolsonarismo trató de impedir que el líder del PT asumiera la presidencia, tomando el Congreso y el Palacio del Planalto y agitando una rebelión, en una copia perfecta de lo que hizo Trump frente al triunfo de Biden.

La investigación de Estados Unidos contra Carlson es similar a la del juez brasileño Alexander de Moraes contra Elon Musk y las milicias digitales de Fernando Cerimedo, jefe de camapaña digital de Milei y sospechado de manejar las granjas de trolls libertarios.

Lula recorre el Congresod e Brasil luego del asalto de los militantes bolsonaristas.

Francia y Reino Unido también se sumaron a este grupo de países que quieren ponerle un freno los trolls. La semana pasada el dueño de Telegram, el ruso Pavel Durov, fue detenido acusado de permitir que su plataforma permita que se use para tráfico de drogas, pedofilia, acoso cibernético y promoción de terrorismo. Fue liberado bajo fianza y defendido por Musk, que pregona una particular visión de la libertad de expresión, por encima de las regulaciones legales y constitucionales de los Estados, sólo regulada por los dueños de las redes sociales, como él. En definitiva, una privatización de la libertad de expresión.

Por otro lado, el caso británico es muy gráfico del peligro de la desinformación en las redes. La muerte de tres niñas desató una ola de protestas contra inmigrantes por la masificación de una noticia falsa que culpaba de las muertes a un inmigrante ilegal. Eso se comprobó falso y el gobierno laborista prometió medidas.

LPO

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