El Papa Francisco hace un nuevo llamamiento para que se preste atención a los ancianos en un mensaje publicado el 14 de mayo de 2024 con motivo de la IV Jornada Mundial de los Abuelos, que se celebrará el 28 de julio. Invita al mundo a cambiar la mirada sobre los ancianos, que nunca deben ser considerados una «carga» para la sociedad. Califica de «engaño» la oposición entre generaciones.
Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco ha prestado especial atención a los ancianos, hasta el punto de dirigirles un mensaje al final de cada audiencia general de los miércoles y dedicarles una jornada especial cada cuarto domingo de julio.
En su mensaje para la edición de 2024 de los Juegos, el Papa denunció una «convicción» muy extendida de que «los ancianos cargan sobre los jóvenes el coste de la asistencia». «Como si, para favorecer a los jóvenes, tuviéramos que descuidar a los ancianos o incluso prescindir de ellos», escribe el pontífice, que se ha pronunciado en repetidas ocasiones contra la eutanasia o el suicidio asistido.
«Enfrentar a los jóvenes con los ancianos es una manipulación inaceptable», insiste, entristecido por el hecho de que «a menudo, los propios ancianos acaban bajo la influencia de esta mentalidad y llegan a verse como una carga, deseando desvanecerse».
El Papa, de 87 años, confiesa en su texto que visitaba a menudo las residencias de ancianos cuando era arzobispo de Buenos Aires, en Argentina. Se dio cuenta de «lo poco que se visitaba a estas personas: algunos llevaban muchos meses sin ver a sus seres queridos».
La familia, baluarte contra la soledad y el rechazo
Para el Papa, la «soledad» y el «rechazo» de los ancianos no son un accidente, sino el resultado de opciones «políticas, económicas, sociales y personales».
«Esto sucede cuando perdemos el sentido del valor de cada persona y las personas se convierten sólo en un coste, demasiado alto de pagar en algunos casos», analiza.
Denunciando la «cultura individualista» que pone a prueba a la familia, afirma que ésta es el «primer y más radical desafío a la idea de que uno puede salvarse a sí mismo». A medida que envejecemos, comenta el Papa, se desvanece «la ilusión de no necesitar a nadie». «Al contrario, nos encontramos necesitados de todo, pero ahora solos, sin ayuda, sin nadie con quien contar», advierte.
Alentando a quienes cuidan de los ancianos y alabando sus «muchos sacrificios», el Papa pide que se den muestras de «ternura» a los ancianos, por ejemplo visitando «a los que están desanimados».
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